Una lesión, lo cambia todo, incluida a ti misma

Tuve que dejar el fútbol por una lesión que me hice en mi segunda etapa en el RCD Espanyol.

Mi única lesión anterior fue en 2006, donde me lesioné del ligamento cruzado, aunque con el tiempo, puedo concluir que comparado con esta, esa fue gloria. 

Para mí fue un momento muy duro ya que, en un primer momento, no parecía tan grave. Todo fue mal desde un inicio: el tratamiento, la operación, el trato recibido… Y esto fue lo que más me afectó a nivel psicológico.

No podía lograr entender como una lesión que me decían que era tan sencilla de recuperar se iba a alargar más de un año.

 

No me daban soluciones, nadie sabía qué pasaba. Me sentí sola, descuidada. No entendía como yo, que lo di todo por el fútbol, el destino me lo devolviera de esta manera. Y, obviamente, algo así te marca y te cambia. De poder vivir de lo que más te gusta a tener que dejarlo sin tu quererlo.

A nadie le deseo una lesión, pero las lesiones son algo imprevisible y forman parte del juego, es algo intrínseco del mismo. Lo que sí que no forma parte del juego y no se lo deseo a nadie, es que las personas responsables de hacerte recuperar de la lesión tengan el trato que tuvieron conmigo.

Es uno de los aspectos que más debe cambiar en el fútbol femenino, que se trate a las profesiones como tal, incluso fuera del campo.

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